Investigación - Parte 1

El recorrido dado en lo que va del proyecto ha sido algo largo, pero sobre todo, confuso y sorpresivo (nunca se sabe que se encontrará). Sin embargo, en este punto puedo ya dar razón sobre la bibliografía que he seguido, que a pesar de no ser muy extensa ha sido algo densa. espero ser lo más claro posible y de no extenderme demasiado; igual espero sus quejas o comentarios.

La crísis cartesiana

Comenzaré por el que ha sido el pilar de la investigación, el libro "De cuerpo presente" (1992) escrito por el biólogo y filósofo chileno Francisco Varela, en colaboración con los estadounidenses Evan Thompson y Eleonor Rosch. La lectura puede parecer poco amena al principio, pero al avanzar en la lectura y empezar a llenar unos enormes baches intelectuales (sobre todo en filosofía) el libro se muestra realmente interesante y profundamente subversivo, logrando ponernos a pensar un rato. Y es que Varela no solo expone un punto de vista ciéntifico, sino que cuestiona el mismo término, llevandonos a ver la historia del conocimiento occidental desde un punto de vista radicalmente distinto.

El libro empieza por exponer las llamadas "ciencias de la mente" o "ciencias cognitivas", a través de las cuales se busca explicar el fenomeno de la cognición: los medios y procesos mediante los cuales la mente conoce el mundo. No es un cuestionamiento que nos hagamos muy a menudo, como habiamos visto en la introducción; creo que todos damos por sentado que nuestra mente "existe" (tal como dijo Descartes: Pienso, luego existo) y que el mundo está afuera de nosotros, dispuesto para ser experimentado y conocido. Es solo recordar el metodo cientifico que nos fue expuesto en el colegio, las nociones de sujeto y objeto y la supuesta objetividad que conseguimos a partir de la observación y comprobación científicas. Es así como realizamos una primera y profunda división entre nosotros y el mundo, donde nuestra experiencia directa no es suficiente ni válida para dar sentido a nuestro entorno y sus fenómenos.




Hasta aquí, podemos decir y dar fé de que el mundo esta dado, de que su existencia es más que indudable, y de que a través de la ciencia podemos conocerlo. Sin embargo, estamos olvidando la mitad del problema, que quizás sea el problema mismo: el sujeto que conoce y aprehende: el "yo". Tal y como lo expresa el autor, vivimos atrapados en una contradicción: por una parte sabemos (o creemos saber) que tenemos una identidad, un punto fijo y constante desde el cual experimentamos el mundo; por otro lado, sabemos que nuestras experiencias del mundo son siempre cambiantes y efímeras, por lo que a veces sentimos frío, a veces estamos incómodos, otras con hambre y así entre un infinito remolino de sensaciones que se suceden constantemente. Varela define esta contradicción como “crisis cartesiana”, definiendo así la imposibilidad del pensamiento occidental en todas sus ramas (ciencia, arte filosofía) para saldar la brecha entre yo y mundo, entre reflexión y experiencia.



El síntoma característico de la crisis cartesiana, según Varela, es la negación de la crisis misma, huyendo hacia dos extremos posibles. Por un lado, podemos ignorar la contradicción, convirtiendo al yo y al mundo en objetos de “fe” en los cuales simplemente creemos ciegamente. Por otro lado, también podemos poner el yo o al mundo en un lugar al que jamás podremos acceder ni a través de la reflexión ni a través de la experiencia, y resignarnos ante esta imposibilidad. Es así como el pensamiento occidental se ha ubicado en uno u otro extremo, reflejadas en las ideas filosóficas del realismo y el idealismo. El realista es aquel que cree en que el yo y el mundo poseen un “fundamento”, aunque nunca podremos acceder al mundo sino a través de “un velo de ideas” como lo es la representación. El idealista es quien cae en la resignación y por tanto en la negación, declarando que la idea de un mundo independiente de nosotros es solo una idea más, una representación interna dentro de un juego de representaciones del que no podremos salir jamás.

¿Cómo encontrar una salida entonces a esta angustia? Varela decide recurrir entonces al pensamiento oriental, más específicamente al budismo, donde la contradicción entre reflexión y experiencia no es solo reconocida, sino también afrontada. ¿Qué nos dice el budismo, entonces? Varela cita al maestro tibetano Tsultrim Gyamtso:

Todos actuamos como si tuviéramos un yo duradero, separado e independiente que nos preocupamos por proteger y promover. [ ] Estamos tan involucrados emocionalmente con este “yo”, tan apegados a él, que lo damos por sentado… El meditador no especula acerca de este “yo”. No tiene teorías acerca de su existencia o su no existencia. En cambio, se prepara para observar… como su mente se aferra a la idea del yo y lo “mío” y cómo sus sufrimientos surgen de este apego. Al mismo tiempo busca atentamente ese yo. Trata de aislarlo de las experiencias. [ ] La ironía reside en que, por mucho que lo intente, no encuentra nada que se corresponda con el yo.(Gyamtso, Tsultrim: Progressive Statges of Meditation on Emptiness, págs. 20-21. Citado por Varela, Francisco: De cuerpo presente, Editorial Gedisa, Barcelona, 1997, pág. 87)

El budismo nos dice entonces que la causa de la angustia cartesiana no es la imposibilidad de encontrar un fundamento, sino que simplemente no hay ningún fundamento que pueda ser encontrado. La tradición budista del Madhyamika nos habla del concepto de vacuidad o “sunya-ta”, que se refiere a la falta de un fundamento intrínseco de las cosas, contrasta con el afán y la necesidad de un fundamento en el pensamiento occidental, y la sensación de perdida o angustia aparecida en la ciencia y filosofía contemporáneas al no encontrarlo. Pero el Madhyamika no solo nos dice que las cosas no tienen fundamento (golpe de por sí suficientemente duro), sino que nos dice que las cosas tienen un origen codependiente: en otras palabras, el yo y el mundo surgen al tiempo. En este punto es donde Varela encuentra una “vía medía”, el verdadero eje de su investigación, que veremos en la siguiente parte.

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